6 de febrero de 2011

Seis de Febrero

Psi.:"claro,a vos no te gusta enojarte ni discutir con otros".

Yo:"-silencio-miro hacia la puerta,la pared,y finalmente sus ojos".

No me gusta en lo que se convierte un ser humano cuando se enoja.Tal vez,por efecto espejo tengo terror de convertirme en ese ser que tanto terror causa en mí.

Comentario de todo psicólogo:no está mal enojarse,es parte nuestra.Hay que exteriorizar,sacar afuera.

Insisto,no veo nada de bello en una persona enojada.No comprendo como una persona propinando palabras cual dardos venenosos pueda parecerme que es lo apropiado,lo esperado.

Más pruebas,una persona enojada estirando los brazos,moviendolos como aspas,usandolos para destruir,cercenar,moler todo lo que está a su paso.

El rostro va mutando,un color rojizo demuestra el más alto nivel de furia,con venas que comienzan a latir con fuerza,los ojos llenos de ira,los dientes apretados,una gota de sudor que corre por la frente.

Y el momento más aterrador: el de las palabras.Flechas veloces,ágiles,certeras,que siempre dan en el blanco,en el punto justo.Allí,allí donde más duele.Y por supuesto,a quien se tenga más cerca,amigo o enemigo.

Creo que el momento más peligroso -y bajo de todo ser humano- es cuando el enojo se apodera del cuerpo.Los brazos ya no son parte del cuerpo,los controla algún otro ser malvado,ajeno,extraño.Un ser humano iracundo e imposibilitado de su razonamiento se convierte en una cosa inescrupulosa,desquiciada,vil,sedienta de saciar su ira con lo que tenga cercano a sus brazos,a sus manos,a sus puños.

Disculpen que no entienda,pero insisto no existe nada hermoso y placentero en el enojarse.

Entiendo el papel que debo cumplir,no tengo que callar,puedo enojarme,puedo discutir,puedo mandar bien lejos a quien lo merezca.Ese guión lo conozco perfecto.¿Pero saben qué?...

¡No les voy a dar el gusto de responder de la misma forma que ellos lo hicieron conmigo! 


Así nunca voy aprender

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