8 de febrero de 2011

Juego de la vida


A los 20 años alcance el hartazgo máximo, detestaba este juego,le dije chau a la vida. Claro YO le dije,pues ella ni me saludo.En cambio mencionó: todavía te quedan más juegos ,todavía queda alguna estrategia.Me miro de frente y exclamo ¡vamos!, salí a jugar de nuevo.

No entendía el juego, nunca entendí las reglas de este juego. No porque hiciera trampa. Siempre me es difícil seguir las reglas, no entiendo como todos pueden hacerlo, a mi me cuesta horrores. No puedo ser uno más del montón, siguiendo con la cabeza gacha ese juego macabro del egoísmo, la individualidad, la sordera por conveniencia, el silencio para sobrevivir –y que el resto explote-, y  el “sálvese quien pueda”, entre otros mecanismos similares.

En especial, siempre me sentí diferente. El resto me lo hacía saber, con la crueldad, la burla, y toda aquella estupidez humana que, a veces, sale a relucir con un brillo enceguecedor.

Como cierta vez lo exprese: “fui y soy demasiado buena”… para este mundo que devora todo brote de humanidad, ternura, amor, compasión.

Y otras palabras mías:

-"Es que yo no sé vivir, doctora"-

Es que yo hace rato estoy perdida.

Nací sin saber como jugar.

Siempre quise ser grande.

No me gustaba ser niña, anhelaba con el alma ser adulta.

Tengo mis propias reglas, para peor del montón la mayoría es una porquería. Me destruyo y construyo en segundos, me doblo y desdoblo sin prisa pero sin pausa, no sonrío cuando realmente no lo siento.  Ese sería mi lado A.
Mi lado B…No regalos abrazos, al contrario, cuando los siento, y amo a esa persona son dados, sino no. No derrocho cariño. Amo escuchar y contener a mi gente querida. Por nada del mundo los abandonaría  (a mi me han abandonado más del mil veces, ya casi no duele). Me desvelo y vivo por los demás.

Para sobrevivir, eso es diferente. Como mis reglas van en contra de la marea, la mentira es mi mejor aliada. Cuando quieren que sea como ellos… me hago pasar por el montón, la mentira se adhiere a mí. No la puedo extirpar. Brota cuando menos quiero que lo haga. Se cuela por todos lados. Es incontrolable, indomable, salvaje.

Pero la mentira tiene una vida corta, efímera, y pronto necesito volver a mí. A mis reglas, a mi juego, a mi dulce pero ácido juego. Al que puedo controlar, amo tener el control.
Cuando se pierde el control termino estrellándome, hecha añicos, drogada, ida, mutilada, partida en dos por la tristeza. Porque quiero que el mundo gire según mis reglas, y eso nunca va a suceder. Por eso vivo mareada, anclada a utopías, eternamente contradictoria.

Es que ya lo exprese…no sé jugar, no comprendo las reglas.

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